Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales


Cierre del acto de ingreso en la Academia como Académica Numeraria de la Ilma. Sra. Da. Josefa Linares Pérez realizado por el Excmo. Sr. Presidente de la Academia



Excmos. e Ilmos. Sres. Académicos,
Queridos amigos y familiares de la Profesora Linares Pérez,
Sras. y Sres.,
Los que me conocen saben que suelo iniciar siempre mis intervenciones, y así lo hago también hoy, con palabras de agradecimiento a las personas que, como ustedes, apoyan con su presencia, y contribuyen a realzar un acto que, como este que estamos viviendo, pretende celebrar con la mayor solemnidad posible el ingreso de un nuevo académico en nuestra Institución. Y he de enfatizar aquí que utilizo el masculino genérico porque no puedo decir “una nueva Académica”, ya que la Profesora Linares es la única mujer que en estos momentos forma parte de nuestra Corporación, en la nómina de Académicos Numerarios.
Como todos ustedes seguramente saben, en la pequeña historia de la Academia no hemos tenido más que una Académica de Número, casualmente también de apellido Linares, la Profesora Asunción Linares, Catedrática de Paleontología y maestra inolvidable de muchos de los aquí presentes, que participó en la fundación de esta Institución. Vaya ahora para ella nuestro recuerdo entrañable.
Hoy es un día, efectivamente, de celebración porque con la incorporación de la Profesora Josefa Linares Pérez a nuestra Nómina, no sólo nos enriquecemos (si me permiten el uso de una metáfora de tan marcado significado en tiempos de crisis), incorporando un nuevo valor a nuestro patrimonio humano e intelectual, sino que a la vez cubrimos una enorme carencia que nuestra Academia ha tenido a lo largo de su historia: la falta de la presencia de la mujer (la mujer científica, la mujer investigadora, la mujer emprendedora) en las actividades de una Corporación que en este mismo día le otorga la visibilidad que, manifiestamente, tiene en el mundo que ustedes y yo compartimos, y ha de tener en otros que aún se plantean cómo justificar el diferente estatus de hombres y mujeres.
No quiero extenderme señalando obviedades ni por supuesto caer en los tópicos que suelen utilizarse cuando se habla de este tema. La frase “hacer normal en las instituciones lo que es normal en la sociedad” cobra aquí su sentido natural y, por ello, la incorporación a la Academia de Ciencias de Granada de una mujer de la valía científica de nuestra nueva Académica no es sino un acto de normalidad y que, estoy seguro, tendrá su continuidad en los próximos años.
Pero, no por ser éste un acto de normalidad institucional, la incorporación de la Profesora Linares pierde su valor simbólico. En muchas de mis anteriores intervenciones, desde que soy Presidente de esta Academia, he insistido en la idea del compromiso. Las instituciones tienen que cumplir con los compromisos contraídos con la sociedad que al fin y al cabo las mantiene. Este argumento puede parecer indiscutible, pero no es una casualidad que en las circunstancias presentes cobre actualidad y aparezca repetidas veces en los medios de comunicación e incluso en las revistas especializadas. Y si esto acontece es porque se carece de ello. Hace sólo un par de años (en otras ocasiones he hecho referencia a ello en este mismo foro), la revista Nature publicaba un artículo de opinión de Yves Quéré titulado precisamente así: “Academies must engage with society” (las Academias tienen la obligación moral de comprometerse con la sociedad). En este artículo, este alto responsable del InterAcademy Panel de la Academia de Ciencias francesa ponía el dedo en la llaga al señalar lo que, en su opinión, son las tres principales debilidades de las modernas Academias científicas, a saber, la existencia de pocas mujeres, pocos miembros jóvenes y –añadía – la carencia de suficiente debate sobre los asuntos que son hoy cruciales en ciencia y tecnología. Sobre este último punto, este autor se quejaba de algo que seguramente nos suene: muchas Academias – decía – son demasiado pasivas, e incluso reticentes a hablar de los temas realmente relevantes. Y añadía: A menudo, sus miembros se contentan con la aceptación de la distinción que se les otorga, sin cumplir luego con las obligaciones que ello conlleva.
Créanme si les digo, y esto no es autocomplacencia sino reconocimiento debido a mis compañeros de Corporación que, con toda la modestia que nuestros recursos nos permiten, la Academia de Ciencias de Granada y al frente su equipo de gobierno, tiene esa voluntad de progresión en el ámbito de la búsqueda de la excelencia en nuestras actuaciones.
La incorporación de la Profesora Linares a nuestro “panel de expertos” es una buena prueba de ello. En ella se conjugan género, juventud y madurez científica y, como ella misma nos ha dicho al comienzo de su discurso, “(su) absoluta disponibilidad para trabajar y colaborar con (toda su) ilusión en cuantas tareas la Academia estime pueda ser de utilidad”. Muchas gracias, querida nueva compañera por esas palabras tuyas, que también nos llenan de confianza en el futuro.
La personalidad y el sesgo científico de la nueva Académica numeraria han sido puestas de manifiesto en la escueta, aunque bien articulada, reseña hecha por el Profesor González Carmona, nuestro Vicepresidente, al cual quiero agradecer su intervención, en cumplimiento, como él ha señalado, de lo que el Pleno de la Academia le encomendó.
Hemos conocido, primero a través del discurso de la Profesora Linares y luego en la contestación del Académico ponente, que la investigación básica en temas clásicos puede, a través de la aportación personal, de la generación de nuevas ideas, desembocar en nuevos enfoques que permiten aplicar los resultados de dicha investigación a tipos de problemas que nunca antes se habían previsto. O, dicho en otras palabras, se puede llegar desde la investigación pura a lo que hoy denominamos “innovación” sin más (¡ni menos!) que “añadir un valor efectivo a las ideas, transformándolas en productos o servicios”.
Vivimos hoy momentos en los que se desarrolla una revolución tecnológica sin precedentes. A diferencia de la revolución industrial de hace dos siglos, que mejoró sin duda las condiciones de vida de una pequeña porción de la humanidad, la actual es de ámbito planetario y se extiende a un ritmo desconocido hasta ahora. De ahí el impacto de la innovación en los grandes retos que tiene la humanidad y que en gran medida tienen que ver con su conexión con la ciencia y la tecnología. La relación entre investigación académica y el mundo de la empresa es cada vez más necesaria, y aquí es donde surge la necesidad del liderazgo. Cada vez es más necesario encontrar individuos que coordinen equipos de trabajo, que sean capaces de detectar el talento y que tengan visión de futuro para explorar nuevas posibilidades, nuevos caminos, en suma, para innovar.
Y es ahí, Sras y Sres, en donde el que les habla encuentra motivos profundos de satisfacción cuando participa en ceremonias como ésta que hoy nos convoca. La Profesora Linares Pérez, nuestra nueva Académica, suma en su currículum, junto a una gran capacidad de trabajo y producción científica de calidad, esa otra capacidad, tan necesaria en nuestra sociedad, de liderazgo, creando grupos de investigación, organizando actividades, y promoviendo la cooperación científica en todos los ámbitos, tanto locales, como nacionales e internacionales.
La Academia debe sentir hoy un orgullo especial por incorporar en su seno a una personalidad de la talla humana y científica de Josefa Linares. Una personalidad, en fin, dotada precisamente de esas dos cualidades a las que he referido, inteligencia y actividad creadora. Por ello quiero acabar estas palabras con mi felicitación más sincera a la nueva Académica, y deseándole, a ella y a los que la rodean, mucha salud y felicidad.
Muchas gracias a todos ustedes por su asistencia a este acto.